lunes, 14 de diciembre de 2020

Crece la gestión comunitaria en un territorio sin Estado

El desencuentro entre vecinos y vecinas y Estado Municipal que en Mar del Plata parece convertirse en una dificultad crónica.


Mar del Plata experimentó una gestión en el absurdo. Cuatro años de un gobierno que parecía desconocer la realidad, no comprender los alcances de sus decisiones y responder a otros tiempos sociales. La deslegitimación del rol del Estado fue la peor consecuencia de una decisión colectiva trágica para la ciudad. No solo se interrumpieron obras que brindaban verdaderas respuestas a vecinos y vecinas sino que los programas que buscaban mejorar la calidad de vida de los marplatenses fueron desechados. 

No hubo proyecto de ciudad pero lo grave, hoy, es que seguimos sin uno. Y eso profundiza la crisis local en el encuentro entre la ciudadanía y el Estado. Estamos llegando a los 5 años de una ausencia territorial, participativa y de transformación social y cultural.

Con Arroyo demandar al Estado era casi ser parte de ese absurdo. ¿Cómo demandar a un Estado que no entiende y que desconoce la forma de responder? ¿A quien se le ocurre pedir un proyecto de ciudad, una planificación productiva o social cuando los servicios básicos escasean en todo el territorio? 

La credibilidad está afectada hacia la política y hacia lo público tanto en Mar del Plata como en muchas democracias del mundo. El problema son los procesos negativos que se sostienen a lo largo de tiempo sin el menor intento de reencontrar a la ciudadanía activa, en el centro, protagonizando la transformación de su propia realidad. 

Entonces, son los marplatenses y batanenses los que comienzan a brindarse respuestas desde la propia comunidad. Una comunidad que poco demanda, que no encuentra canales institucionales para el diálogo, que no encuentra salida posible a sus problemas cotidianos. Esos vecinos y vecinas de Mar del Plata ya no creen que la respuesta del Estado llegue a resolver el problema del territorio, del barrio. Ellos y ellas comenzaron a delinear formas autogestivas de darse soluciones comunitarias. Alarmas vecinales, iluminación de zonas entre vecinos, calles intransitables con escombros de obras, plazas mantenidas por la voluntad y el trabajo de hombres y mujeres de cada barrio. Crearon y continúan gestando red de la comunidad para acompañarse. 

La ciudadanía se organiza más allá de Estado cuando entiende que no habrá respuestas. Considera que ya no es una alternativa orientar las acciones hacia la búsqueda de ese Estado presente. El problema es hoy, los canales se han cerrado y nunca más abierto, la distancia entre Municipalidad y vecinos y vecinas se ha ampliado. 

El papel del Estado frente a los diferentes actores sociales y su desempeño sobre la distribución material, funcional y de poder se encuentra desdibujada y con un proceso de deslegitimación vigente que se hace necesario y urgente comenzar a revertir. 

La organización comunitaria siempre es positiva, la organización sin Estado puede tener otras consecuencias que nuestra Mar del Plata hace tiempo padece. 


miércoles, 2 de diciembre de 2020

El presupuesto y lo que no podemos saber

 

En tiempos donde vuelve a presentarse una tradicional discusión en el ámbito legislativo local, cambiar las preguntas puede permitirnos encontrar nuevas respuestas a las demandas ciudadanas y a la transparencia de la gestión pública permitiendo, además, repensar el rol del Estado local y su vínculo con vecinos y vecinas de nuestra ciudad.


Hoy los concejales de la ciudad se encuentran discutiendo una cuestión central para la ciudadanía, el presupuesto. Sin embargo, vecinas y vecinos quedan, una vez más, fuera de esa discusión llegando eventualmente a conocer tan solo detalles. Los marplatenses, de este modo, desconocen el destino de los 22 mil millones de pesos que Mar del Plata tiene como presupuesto. Desconocen los resultados de los recursos invertidos en una ciudad que está superando los 800.000 habitantes, con más población que 9 provincias y una complejidad económica, social y cultural. De esta manera, es como actualmente se profundiza la necesidad de una modernización de la gestión pública para lograr respuestas eficientes y eficaces.

Revisar el concepto tradicional sobre lo que implica la aprobación de un presupuesto puede ser un punto de partida para comenzar a delinear nuevas preguntas. La aprobación del presupuesto no es ni puede ser solamente un conjunto de autorizaciones para gastar. Aprobar un presupuesto es marcar un rumbo en la vida de vecinos y vecinos, el presupuesto es nuestra forma de vivir: y por eso es que debe ser transparente, accesible y medible. 

Entonces, aquí la pregunta es, ¿qué sabemos sobre los resultados del presupuesto ejecutado durante 2020? Considerando el contexto de pandemia, podríamos preguntar los resultados del Programa de Promoción, Prevención y Asistencia en primer nivel con un presupuesto de 1.105.721.495 pesos o pretender conocer los resultados del trabajo del Programa de Promoción y Protección de la Niñez o del Programa de Promoción y Protección de los Derechos de las Mujeres durante el 2020. Creo que coincidiremos sobre la relevancia de estas preguntas, pero no las podemos responder a ciencia cierta. Todos estos resultados de la inversión pública no son accesibles para la ciudadanía ni se diseña la política pública considerando la posibilidad de evaluarla.

Las preguntas sin respuestas dicen algo más. Para lograr las transformaciones a largo plazo es fundamental un Estado que entienda la relevancia de la integración de las respuestas a la ciudadanía. El largo plazo es, al final, el que crea los resultados. Sostener los procesos donde se inició una transformación que mejorará la calidad de vida de los marplatenses tiene que ser la prioridad de la ciudad, más allá de las diferencias de color político. Mucho de lo que parece impensando puede ser una realidad, y una realidad con las personas en el centro. 

Sabemos que en cualquier materia de la vida el aprendizaje da lugar a los resultados. Consideramos que en la experiencia hay valor, que en los trayectos de formación sumamos herramientas, que en el camino nos encontramos con recursos pero no evaluamos el nivel de aprendizaje de las instituciones que deciden la forma en que vivimos.

Conocer y tener visible la información sobre el destino del dinero que se invierte en las políticas públicas locales permitirá una verdadera modernización del estado: un proceso de cambio hacia la redistribución del financiamiento público pensando en los vecinos y vecinas de la ciudad. Serán las fluctuaciones del contexto en conjunto con la relación entre los vecinos y lo que pasa en la ciudad los que continuarán rigiendo la opinión pública, pero siempre estará la posibilidad de buscar lo más justo: la mejor respuesta para los marplatenses.  

 

jueves, 15 de septiembre de 2016

Miremos más allá. Camino hacia la sustentabilidad.


Muchas veces nos quedamos mirando la cuestión social desde una versión acotada y maniquea. Esa mirada indica que tenemos que evaluar presencia o ausencia del Estado en relación a la oportunidad y la vulnerabilidad.

Si bien acordamos con las garantías que debe brindar el Estado para permitir el acceso a derecho, resulta necesario generar condiciones para que la población obtenga habilidades, recursos, capital social genuino, a modo de herramientas para la vida misma. La presencia o ausencia del Estado abre el lugar de la autonomía o profundiza el de la dependencia, surgiendo de este modo una gran necesidad de pensar cuales son las estrategias de empoderamiento de la población vulnerable.

La presencia misma del Estado, un Estado fuerte, consolidado con diversas políticas sociales puede habilitar autonomía o ahondar dependencia, de modo que pensar acerca de la misma también nos lleva a revisar cuál es el objetivo de las intervenciones y, de fondo, qué es lo que buscan y qué modifican, donde impactan y cuáles son sus resultados.

Respuesta a preguntas que deberíamos tener en mano si no fuese porque las políticas públicas en la Argentina poco se han evaluado y se evalúan, sólo expresando números posteriores en unidades que permitan comunicar la acción y darle visibilidad al gobierno de turno. De este modo, no se sabe qué debe modificarse o mejorarse y, menos aún, si es eficiente el financiamiento de cada política local, sobre todo las sociales.

La ausencia del Estado, sobre todo cuando este se retira y se repliega hace la centralidad y una prestación mínima de servicios, deja al descubierto las dependencias anteriores y un tejido social que no había logrado consolidarse como comunidad organizada, porque el eje de la creación colectiva era el Estado, su financiamiento y la lucha dentro del campo social por la visibilidad del actor comunitario en cuestión por parte del poder local.

Más allá de la posición política, y logrando escapar de ella con la finalidad de realizar un análisis macro situacional de lo sucedido con el vínculo gobierno - sociedad civil, debemos observar cual es la respuesta a la cuestión social con el objetivo de lograr habilitar procesos sin depender de manera absoluta y unívoca del gobierno de turno. De este modo, un Estado ausente puede convertirse en oportunidad para crear valor, desde la construcción comunitaria vigente, desde la sociedad civil hacia la sociedad civil. Un Estado presente habilitando la creación de herramientas hacia la autonomía es lo que deberíamos tener aunque hoy, en el ámbito local, estemos forzados a analizar el cómo en medio de la ausencia y el repliegue.

Es así como resulta fundamental que la comunidad pueda abandonar la búsqueda del Estado y los gobiernos salientes y entrantes para obtener la visibilidad de sus acciones en la búsqueda de un financiamiento digno, siempre durante el tiempo que otros consideren hacerlo, del modo que nuestros representantes lo crean pertinente y con la visión y la impronta de cada gestión local.

Poner la mirada más adelante implica, entonces, observar de qué modo desde la sociedad civil, más allá de como el Estado determina, define y prioriza los diversos ordenes dentro de la cuestión social profunda de la ciudad, puede aportar y acompañar verdaderos procesos de creación de valor para generar proyectos autosustentables, que permitan a la población repensarse como emprendedores productivos, sociales e individuales.

Ser emprendedor implica iniciar, crear y sostener algo a través de mi trabajo, mi esfuerzo y mi capacidad. Ser emprendedor en una tarea productiva pero sobre todo permite entender y creer que puedo resolver mi propia situación. Comenzar a confiar y creer que puedo, podemos y podremos cambiar nuestra propia realidad y ese cambio no depende de que alguien me lo ofrezca, de que alguien me lo permita, ni de agradecimientos posteriores.

Un barrio autónomo y una comunidad autosustentable no sólo obtiene herramientas y capacidades irreemplazables sino que quiebra la lógica política de la dependencia. Y allí es donde dejan de ser los actores políticos los que habilitan, permiten o ayudan a que los hechos en un barrio, en la zona vulnerable o en el lugar con necesidades suceda. Y ese debe ser de fondo el gran objetivo de una nueva política. Una nueva política donde puedan existir actores que acompañen y trabajen en conjunto con los vecinos y el barrio pero no más aquellos que dicen ser los dueños de lo que allí sucede, aquellos que pretenden el premio, la visibilidad, la foto y, por allí detrás, el voto.
En ese acto le estamos quitando el valor real a lo que sucede. La capacidad de resolver y de crear realidad, más allá de lo que otros aportan. Al final, subestimando actores sociales con saberes diversos y capacidades importantes.

En un paradigma colaborativo, sabemos que somos un equipo de personas, un grupo de voluntades trabajando por la transformación, de modo que lo que cambia es sustancial: el proceso social no es de una persona, no puede apropiárselo nadie, debe aportar a la comunidad, debe fortalecer el valor colectivo. Y esta debe ser LA política pública.

Estas acciones que nacen en el egocentrismo de quienes buscan y pretenden permanecer en espacios de poder, reproduce dependencia en niños y jóvenes que aprenden que para lograr algo hay que ser amigo, conocer o llegar a determinado lugar más que desarrollar habilidades propias, más que trabajar en la creación de recursos particulares y colectivos que permitan encontrar soluciones, respuestas a las diversas situaciones sociales y productivas.

La transformación es posible. Es un proceso, largo y sinuoso pero posible en tanto sean los actores sociales los que comiencen a visibilizar este tipo de interacción y, por tanto, moverse de la lógica de dependencia tanto como les sea posible y, desde la estructura hegemónica, se comience a proponer otro tipo de interacción con la convicción que quien logra transitar un proceso hacia la autonomía a través de la apropiación de recursos que implican el bienestar social, entenderá que ese es el camino y que quienes tienen que representarlos son los actores políticos que comprendan su valor.

Seguir reproduciendo la lógica de la dependencia es fácil, mediocre y sólo alimenta a unos pocos. Pensar la transformación social genuina implica iniciar otros procesos, más complejos, de largo aliento pero con los mejores resultados para la sociedad de nuestros hijos y nietos.

viernes, 26 de agosto de 2016

La brecha de empleo: el verdadero problema que debemos asumir


El último informe sobre el mercado de trabajo local indica una situación socio productiva de amplia complejidad para la ciudad.
Si bien los números son contundentes, hay algunas cuestiones de índole técnica que requieren una mirada particular para la correcta interpretación de los mismos. En este sentido, la comparación se debe realizar siempre sobre el mismo periodo del año considerando que hay variables intervinientes que tienen un mismo comportamiento según época del año.
El informe permite observar que ha crecido la población económicamente activa, lo cual indica que más personas requieren ingresar al mercado laboral, en número absolutos, la información del INDEC indica que había 276.000 personas trabajando o buscando trabajo en el segundo trimestre de 2015 mientras que, para el segundo trimestre de 2016, se informan 284.000.
Esta presión sobre el mercado de trabajo sumado a la reducción de la población ocupada (pasamos de 254.000 personas ocupadas en 2015 a 251.000  personas en 2016) muestra una situación socio productiva que profundiza la brecha de empleo.
En la tabla 1 podemos observar los diversos indicadores del mercado laboral local en términos relativos (tasas expresadas en %).

Tabla 1. Tasas del mercado laboral 2do trimestre 2010-2016
Tasas
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2do trimestre
Actividad
47,4
47,1
48,0
45,1
44,7
43,8
45,6
Empleo
43,5
42,0
43,0
41,0
40,9
40,9
40,3
Desocupación
8,3
11,0
9,9
9,1
8,4
8,1
11,6
Subempleo
13,0
8,5
12,0
13,6
14,8
14,0
15,5
Brecha de empleo
21,3
19,5
21,9
22,7
23,2
22,1
27,1
Subempleo demandante
9,8
6,4
8,3
9,1
9,3
9,6
10,3
Subempleo no demandante
3,2
2,1
3,7
4,5
5,5
4,4
5,2
Fuente: INDEC

La brecha de empleo nos permite recordar que no sólo se trata de mirar el indicador de desempleo sino que el subempleo como un actor tan o más importante en el análisis del mercado laboral. Si la expansión de la disponibilidad de mano obra excede en dinamismo la expansión del número de puestos de trabajo propios emerge una brecha de empleo. Esta puede expresarse en desocupación abierta, pero puede no ser la única forma de hacerse visible en los indicadores ya que el principal mecanismo de ajuste se observa en la generación de subempleo.
Cuando hay desajuste entre la mano de obra disponible y la generación de fuentes de trabajo, un primer efecto se manifiesta a través de las tasas de desempleo (de tiempo abierto encubierto) elevadas o crónicas. El balance del mercado de trabajo podría sostenerse a través de una segunda vía de ajuste que es el subempleo.
En este sentido, se puede realizar una diferenciación entre ocupaciones plenas y no plenas. Las primeras corresponden a formas de inserción ocupacional genuinas y son, a las que se hace referencia cuando se habla de la generación de puestos de trabajo. Las segundas tienen la naturaleza de un mecanismo de ajuste del mercado de trabajo ante la tendencia a un desajuste crónico entre las disponibilidades de los recursos humanos y las oportunidades de empleo. Se pueden definir como actividades “refugio”, en tanto permiten ejercer alguna ocupación productiva y derivar un ingreso ante la imposibilidad de obtener una inserción ocupacional más regular o integrada.
En este sentido, si observamos la tabla 1 podemos registrar un fenómeno propio y estructural del mercado de trabajo marplatense. Desde 2010 la tendencia general (exceptuando lo registrado en 2011) es una tasa de subempleo mayor a la del desempleo, es decir ajustando la demanda laboral mediante una inserción parcial al mercado de trabajo.
Un mercado que ha sostenido este comportamiento, no tiene capacidad ni dinamismo para hacerle frente a contexto económico desfavorable como el actual. De modo que, cuando aumenta la cantidad de gente que quiere ingresar en busca de empleo e ingresos con una tasa de subempleo que ya venía sosteniendo el alza de desempleo, no hay más alternativas que mostrar el emergente de lo que estaba latente: quedar como la segunda ciudad del país con mayor desempleo.
De este modo, se muestra en la tabla 1 una dificultad del mercado de trabajo marplatense que resulta estructural y que requiere políticas productivas de largo plazo para lograr abordar la problemática local.

Un alto costo de vida
Este informe sobre el mercado laboral permite observar el alto costo de vida marplatense, cuyo valor ha dejado de corresponderse con los salarios de la población. Un dato saliente en este sentido, son las 57 mil personas que se encuentran ocupadas y demandan más horas de trabajo. De estas 57 mil personas, 29 mil personas se encuentran subempleadas, es decir, trabajan con jornada laboral reducida pero las otras 28 mil personas trabajan jornada completa y demandan más horas de trabajo. Este dato es el que describe la situación socioeconómica de la ciudad. No sólo hay un porcentaje sin trabajo, otro porcentaje subempleado sino también están aquellos que trabajando jornada completa requieren más horas para poder llegar a fin de mes.

El problema es nuestro

Es cierto que Mar del Plata tuvo una instancia fundacional y un rápido crecimiento poblacional producto de la masa migratoria que llegaba a la ciudad, proceso que se extendió hasta 1970, donde –según datos censales-el crecimiento poblacional por saldo migratorio ascendió al 2,2% de la población.
Posteriormente, el componente migratorio del crecimiento demográfico comienza a arrojar resultados negativos. En los periodos censales posteriores (1980-1991, 1991-2001, 2001-2010) el crecimiento poblacional resulta por saldo vegetativo, es decir, la diferencia entre los nacimientos y las defunciones.
Según fuentes propias de la Consultora Ayala & Asoc. en el año 2005, el 50% de los residentes en la ciudad de Mar del Plata eran nativos, nacidos en Mar del Plata. Este dato, se vuelve a corroborar para el año 2010 resultando un 64% de nativos en la ciudad. Esta es otra forma más de demostrar que Mar del Plata ha comenzado desde 1980 una dinámica demográfica diferente a su tradicional crecimiento migratorio.
Es importante para la construcción de la identidad local comenzar a trabajar las migraciones como proceso de conformación de la ciudad aunque ya no como proceso de construcción poblacional actual. De modo que la presión sobre el mercado de trabajo local no está vinculada al crecimiento poblacional migratorio, sino más bien a una deficiencia estructural de su mercado de trabajo que requiere no sólo la gestación de empleo en relación de dependencia sino una fuerte impronta de generación de emprendimientos y pequeñas empresas que acompañados por el Estado a través del financiamiento y la capacitación continúen gestando empleo genuino.

Un problema al que Mar del Plata no termina de encontrarle la salida. Un problema que requiere idoneidad para asumir respuestas de calidad, aprovechando la capacidad instalada y el potencial para la innovación de nuestra ciudad. Un problema que necesita planificación local y políticas de Estado para materializar los procesos productivos que realmente comiencen a mostrar respuestas. 

jueves, 3 de marzo de 2016

Sin gestión social, en un polideportivo no hay desarrollo ni inclusión social

Los procesos virtuosos de gestión pública son aquellos que tienen la capacidad y la humildad de revisar y retomar lo que ha sido beneficioso y bueno para la comunidad con el objetivo de profundizarlo, para brindarle impronta propia pero sobre todo para seguir priorizando a los vecinos. Hoy, para tristeza de los marplatenses y batanenses, podemos afirmar que la gestión social de los mal llamados polideportivos no ha sido siquiera considerada para darle continuidad y profundizar un proceso que estaba recientemente iniciado.

Los mal llamados polideportivos, es decir, estos maravillosos Espacios Municipales de Encuentro fueron gestados en su arquitectura física pero también planificados en su arquitectura social. Gracias al asesoramiento y colaboración de Jorge Melguizo (Ex Secretario de Cultura  y Desarrollo Social de Medellín) se desarrolló la metodología de gestión social de estos Espacios Municipales de Encuentro. De este modo, se han creado en conjunto con la comunidad, comenzando a transitar un camino de apropiación social profunda y verdadera que hoy ya no está.

Se realizaron entrevistas a referentes y talleres de imaginario con los vecinos para darles lugar a la creación conjunta, es decir, participativa. Estos espacios tenían prevista la co-gestión para seguir intercambiando ideas vinculadas a la dinámica de desarrollo de los mismos e incluso que continuara siendo la misma comunidad la que creara –así lo habían indicado como necesidad y demanda- un espacio de aportes económicos para el mantenimiento de los mismos. Claramente, no es lo mismo la creación conjunta de los espacios y las instancias de aporte voluntario que la demanda de un estado local para financiar la política social. Ya lo he dicho, la política social no la financian sus beneficiarios, la política social se financia desde la redistribución.

Es importante que revisemos algunos conceptos fundamentales de la cuestión social y, por consiguiente, de la inclusión y el desarrollo de niños y jóvenes de nuestra ciudad.

Muchas veces, sin querer, caemos en una falacia pensando que brindar una oportunidad implica, necesariamente, inclusión social genuina y desarrollo de los niños y jóvenes. El hecho de ser parte de una actividad ya sea cultural, deportiva o de formación representa un primer paso para trabajar con la comunidad todo lo que se debería con el objetivo de brindar habilidades pero también autonomía, capacidad de resolver situaciones de la vida cotidiana y desarrollo integral que, en definitiva, es lo que requiere ese niño y joven para integrarse al mundo social y cultural vigente.

Quedarnos en la contabilización de accesos a la actividad que, tampoco implica necesariamente al conocimiento o la habilidad, es la parte de la historia vacía. Por eso, es que entiendo que acceso en sí mismo no está indicando desarrollo de la población de Mar del Plata – Batan y que debemos comenzar a darnos el debate más profundo en algún momento de la historia local. Lamentablemente, este debate de la transformación social y cultural genuina nunca encuentra su espacio en diversos tiempos políticos por múltiples razones. Algunas veces, el periodo preelectoral requiere de hechos concretos, aprehensibles y cortoplacistas mientras que otras veces esta discusión se considera aburrida, poco entendible y convocante para la sociedad en general. Sin embargo, creo que es el debate que no se está dando mientras que al final del camino la transformación social y cultural es la que necesitamos y seguimos esperando.

La espera del debate de las políticas de inclusión, desarrollo humano y prevención de violencia no la padece únicamente su población objetivo, y no terminamos de entender que la padecemos todos desde diferentes lugares. Algunos son parte de la sociedad marginada, excluida que necesita ciertas políticas para –al menos- comenzar por acceder mientras que otros son parte de la sociedad que necesita instancias de convivencia social para dejar de ser víctima de la violencia diaria en la vía publica. Otros, esperan la tantas veces demandada seguridad y ella no llega más que con inclusión social pero sobre todo con abordajes de convivencia, con miradas integrales para revisar el consumo, para recuperar trayectorias educativas coartadas y revisar las normas sociales aceptadas y las practicas instituidas en este tejido social. La mirada de fondo es la que verdaderamente nos va a mostrar otra sociedad. Mientras tanto, las instancias represivas y de control social deben seguir funcionando para mitigar los efectos de las políticas sociales más profundas que no se han desarrollado en esta ciudad ni en el país de modo sostenido.

-CONTINUARA-


viernes, 24 de septiembre de 2010

El enfoque participativo en la política pública

La Metodología FLACSO de Planificación y Gestión Integradas desarrolla una nueva forma de concebir el accionar del Estado y su interacción con los actores sociales en un proceso abierto de aprendizaje en forma compartida entre sector público, sociedad civil y comunidad académica.
Nos invita a transitar, evaluar y continuar construyendo un nuevo paradigma de la actividad de planificación respecto de la planificación tradicional reformulando las etapas, sus procedimientos técnicos y la implementación del proyecto, implicando básicamente una reestructuración de la comprensión del lugar de los actores sociales así como de su interacción y recursos de poder.
La concepción tradicional de la planificación social “se funda en varios supuestos que no se sostienen en nuestra realidad, o que no son deseables a un sistema democrático” a lo que sería interesante agregar que se basa en elementos que desconocen la dinámica social y, más aún, su complejidad creciente. Max Weber en su trabajo conceptual sobre la acción indicaba que cualquier acción en su condición social se encontraba mentada en relación al comportamiento esperable de otros, es decir, acción cuyo sentido mentado por el sujeto/sujetos está referido a la conducta de otros. Desde este lugar se pude observa la gran dificultad que implica el diseño de estrategias racionales que logren resultados esperados por parte de los científicos-técnicos mientras no se considere la complejidad de la interacción en tanto conducta mentada.
Los autores incorporan la turbulencia para dar cuenta de que la dinámica y la complejidad propia de la realidad social no permiten brindar un orden racional a los procesos de la misma o a sus resultados.
En este sentido, la planificación participativa presenta una nueva forma para plantear la secuencia lógica de tratamiento de un caso que permite avanzar buscando altos niveles de racionalidad, eficacia y eficiencia en la gestión e implementación del proyecto. Esta búsqueda se realiza en forma concertada por un conjunto de personas y organizaciones heterogéneas diferenciándose de la concepción tecnocrática del paradigma tradicional donde el acceso al conocimiento sobre prioridades y necesidades de la población meta se podía plantear a través de los técnicos asociados al caso.
Por otra parte, el nuevo paradigma abre la perspectiva en la identificación de actores sociales involucrados desde diversas esferas ya sea por sus capacidad de acción político-institucional y/o jurisdiccional, por los recursos o canales específicos que controlan, por ser destinatarios del proyecto. La mayor de las ventajas es la posibilidad de repensar el nosotros a través de la oportunidad de estructuración en tanto actores relevantes para la producción y reproducción social facilitando el espacio de articulación para que así sea.
Luego de evaluar la viabilidad del proyecto, comenzando a tener en cuenta la multiplicidad de actores como las relaciones de poder que se encuentran imbricadas en el seno de los mismos para lograr facilitar un espacio de articulación, surge la necesidad de comprender el sector configurando el diagnóstico. En esta etapa se intenta reconstruir los elementos subyacentes propios de las interacciones entre los diferentes elementos. El mismo paradigma posibilita en tanto un reconocimiento más realista y en profundidad de la dinámica social entre actores, del contexto más global que atraviesa al sector así como de la misma órbita sectorial.
Este punto requiere de un análisis pormenorizado en función de que para lograr cada una de las instancias previstas por la planificación participativa se requieren trabajos grupales de toda índole por medio de un proceso democrático, donde no sólo interesa el conocimiento de los actores implicados y beneficiarios sino también se incorporan en términos reales sus intereses, posiciones y actitudes en el proyecto mismo. De este modo, no puede este paradigma quedarse en un simple enunciado como sucede en nuestra sociedad, en tanto se dificulta la articulación de esta metodología con la cultura política que se reproduce en nuestro país.
La cultura política de la polarización, del blanco y el negro, del desencuentro donde los puntos de convergencia a través de consensos parecen desaparecer cada día más, donde la crítica constructiva no tiene lugar -y esto se puede analizar en los discursos ejecutivos y legislativos, sin ir mucho más lejos- forma parte de nuestra realidad. La cultura de la confrontación de cosmovisiones políticas que se visualiza en el orden del universo discursivo y en el de las representaciones de la realidad sobre subjetividades individuales y colectivas, a partir de prácticas informativas y publicitarias, de inéditos marcos comunicacionales, son las que están instituyendo desde lo cultural una forma de hacer política.
Un país que no revisa, que no reflexiona desde lo institucional difícilmente pueda trasladar actividades de reflexión y estrategias de resolución de conflictos al interior de un comité de gestión cuando el conflicto es social, es político y, básicamente, se reproduce e instituye desde lo cultural. Hablar de construcción de consensos hasta el momento solo ha sido parte de una formalidad planteada entre palabras perdidas de la órbita política. La construcción de consensos no es sólo un planteo de la estructura política y de nuestros representantes. Es un replanteo de la sociedad civil, además del de la estructura política, en su conjunto, que no comprende consensos o lo hace sólo en el marco de alianzas transitorias con fines de corto plazo, intereses políticos “destituyentes” por retomar conceptos difundidos en el discurso del ejecutivo así como en los medios nacionales. En síntesis, se espera eliminar la diferencia y no se intenta trabajar con ella, a través de ella para comenzar a desandar caminos de aprendizaje individual, mutuo y colectivo.
Desde este lugar resulta difícil, revertir en términos reales el paradigma tradicional cuando los procesos decisorios deben democratizarse a todo nivel, no solo pensando en potenciar a los actores más débiles sino brindando un lugar dentro del espacio social de gestión a los diferentes actores individuales o colectivos.
Nuestro país y sus políticas requieren esta metodología para la planificación, para superar la resistencia al cambio propia de la falta de implicaciones con las acciones diseñadas además de no poner en evidencia la complejidad de los sistemas reales, planteando proyectos que no dan cuenta de la misma logrando la reproducción de las relaciones de poder que dieron por resultado la marginalización creciente y la dificultad de ser eficaces y eficientes en la tarea de planificación.,
Otras de las cuestiones que entiendo plantean dificultades en la democratización del estilo de gestión y desarrollo de las políticas sociales en tanto persigue el objetivo a través de una mirada anti-tecnocrática, es la vinculación entre dos variables relevantes como son el tiempo y los políticos.
Lograr articular la variable de los tiempos políticos, muchas veces condicionados por la “necesidad” política de dar cuenta de ello en los medios de comunicación mientras se pretende continuar con la articulación de actores que no deben resentirse cuando escuchan hechos consumados sin una tarea reflexiva en conjunto ya realizada, es de gran dificultad hasta tanto los políticos no comprendan los tiempos como un costo de gestión necesario para pensar el desarrollo social a largo plazo.
De este modo, por un lado, el tiempo es un factor crítico para la implementación de proyectos sociales en tanto implica costos crecientes mientras transcurre, así como costos sociales en tanto no se da respuesta al problema identificado. En este sentido, los funcionarios pueden no comprender la necesidad de disponer de estos tiempos para la consecución de consensos y articulaciones, negociando en función de los recursos de poder de los actores involucrados y diagramando tareas que faciliten la construcción de puntos de encuentro en medio de la complejidad creciente. Y esto no es menor.
En el caso de que la participación directa sea comprendida como una sustitución de los canales formales de gestión social o, lo que es más grave pero no menos alejado de lo que nos sucede como sociedad, donde la participación sea entendida como una pérdida de poder personal del funcionario público o de su equipo -cuando el narcisismo propio de esta sociedad del hiperconsumo descripta por Lipovetsky se hace sentir- debemos reflexionar desde que lugar podríamos repensar nuestra reproducción cultural en términos políticos para reconstruir las instituciones desde prácticas participativas con la finalidad de poder conjugarlo a futuro con un estilo de gestión que demande estas instancias y que no las resista.
Sugerir que la escucha de los principales beneficiarios de las decisiones viabiliza un rédito en términos políticos a largo plazo, puede ser el punta pie inicial de una negociación política entre funcionario y técnicos para poder dar cuenta del paradigma participativo en toda su expresión.

martes, 7 de septiembre de 2010

El subempleo como variable de ajuste del mercado de trabajo marplatense



El estado de la ocupación de una población es la base desde la cual se derivan las condiciones materiales de vida de la misma logrando un desarrollo adecuado de las posibilidades de realización de las personas en un contexto donde el mercado de trabajo permita una inserción ocupacional económicamente eficiente y equitativa.
El último informe de INDEC correspondiente al segundo trimestre de 2010 informa un indicador de desempleo para el aglomerado Mar del Plata- Batan de 8,3% que, comparado con el informe del mismo trimestre del año anterior, registra un descenso del 6,1% lo cual a primera vista resulta alentador.
En este sentido, dos consideraciones debemos tener en cuenta para dar al análisis la amplitud que requiere conocer el mercado de trabajo local. La primera está vinculada a la veracidad de los indicadores aportados o bien, los posibles errores que llamamos metodológicamente no muestrales por parte del INDEC. Si observamos entre el informe aportado por el organismo que supo ser ejemplo latinoamericano y que trabaja actualmente con metodología y criterios que han sido avalados por la OIT, entre el informe del 2do trimestre y 3er trimestre de 2009 se observa una oscilación preocupante en la tasa de actividad, es decir, aquellas personas que actualmente trabajan o no lo hacen pero están buscando de forma activa empleo, pasando de 299 mil a 283 mil personas. De este modo, este indicador desciende de forma bastante significativa entre un trimestre y otro. Si esto realmente hubiera sucedido nuestro mercado de trabajo tiene una dinámica que desconocemos o algún factor externo absolutamente impensado incidió en este movimiento, para lo cual no tenemos elementos que lo sustenten.
Solicitar bases de datos de estos relevamiento e informes sobre algunos indicadores estadísticos que permiten dar cuenta de la validez del estudio serían el primer abordaje posible desde esta perspectiva. O, en su defecto, trabajar sobre la construcción de los indicadores socioeconómicos locales resulta indispensable para quien pretende no solo conocer las verdaderas condiciones socioeconómicas del partido, más aún para quien intenta planificar la Mar del Plata del futuro considerando la tan olvidada agenda social.
El segundo elemento está vinculado a lo que consideramos brecha de empleo, recordando que no sólo se trata de mirar el indicador de desempleo sino que el subempleo es un actor tan o más importante en el análisis del mercado laboral. Si la expansión de la disponibilidad de mano obra excede en dinamismo la expansión del número de puestos de trabajo propios emerge una brecha de empleo. Esta puede expresarse en desocupación abierta, pero puede no ser la única forma de hacerse visible en los indicadores ya que el principal mecanismo de ajuste se observa en la generación de subempleo.

Cuando hay desajuste entre la mano de obra disponible y la generación de fuentes de trabajo, un primer efecto se manifiesta a través de las tasas de desempleo (de tiempo abierto encubierto) elevadas o crónicas. El balance del mercado de trabajo podría sostenerse a través de una segunda vía de ajuste que es el subempleo.
En este sentido, se puede realizar una diferenciación entre ocupaciones plenas y no plenas. Las primeras corresponden a formas de inserción ocupacional genuinas y son, a las que se hace referencia cuando se habla de la generación de puestos de trabajo. Las segundas tienen la naturaleza de un mecanismo de ajuste del mercado de trabajo ante la tendencia a un desajuste crónico entre las disponibilidades de los recursos humanos y las oportunidades de empleo. Se pueden definir como actividades “refugio”, en tanto permiten ejercer alguna ocupación productiva y derivar un ingreso ante la imposibilidad de obtener una inserción ocupacional más regular o integrada.
El subempleo se puede expresar en una diversidad de formas particulares. Cuando la referencia se hace al subempleo visible u horario se habla de los ocupados que trabajan involuntariamente una jornada de duración menor a la habitual.
El sector informal urbano donde se encuentran una variedad de actividades desarrolladas en unidades productivas de pequeño tamaño y estructuración no formal, con bajos niveles de productividad, acceso virtualmente irrestricto, elevada rotación, reducida intensidad de capital, incapacidad de generar excedente para formación de capital. Los estudios empíricos ubican este segmento entre los comerciantes y los servicios personales.
El servicio doméstico, el sobreempleo en el sector público y el denominado sector rural tradicional como segmento ocupacional primario completan las diferentes expresiones del subempleo que, también hace referencia, a otros fenómenos como la terciarización del empleo, la expansión del cuentapropismo, la microempresa y el trabajo familiar.
El último informe del INDEC permite observar un subempleo que asciende al 13,0%, donde el 9,8% de la población demanda mayor cantidad de horas laborales y las busca de forma activa y un 3,1% si bien tiene una jornada reducida y pueda encontrarse en alguna de las cinco categorías descriptas anteriormente, no busca de forma activa mayor cantidad de horas laborales. Así, la brecha de empleo del Partido de General Pueyrredon es del 21,3% lo cual implica decir que son los que tienen problemas vinculados al empleo y, por ende, al ingreso cápita y del hogar.
El indicador de subempleo demandante es el tercero entre los aglomerados relevados en la última medición del INDEC. Primero se ubica Salta con un 10,3% de subempleo demandante, lo sigue Jujuy-Palpalá con un 9,9% mientras que casi compartiendo el lugar se encuentra el aglomerado Mar del Plata-Batan con 9,8%.
En el Partido de General Pueyrredon, son 61.000 personas con problemas relativos a una inserción ocupacional económicamente eficiente y equitativa.

Variable histórica de ajuste

En relación a la tabla de indicadores elaborada en base a datos provistos por el INDEC se observan algunas cuestiones interesantes que avalan y sustentan la idea del subempleo como variable de ajuste. Si observamos desde el 2do trimestre de 2008 el subempleo general se ubica por encima del indicador de desocupación salvo en el 2do trimestre de 2009 donde el índice de desempleo sufre un ascenso significativo con la correlativa disminución del subempleo. En este caso, podríamos decir de forma hipotética que al no funcionar como variable de ajuste el subempleo, asciende el desempleo y resuenan los números en los medios de comunicación de la cuidad, además de las justificaciones locales para dichos indicadores.
Ese análisis parcial continúo con parcialidades en las miradas actuales de los indicadores del mercado de trabajo del Partido. La brecha de empleo es desocupación abierta más desempleo sino podemos acceder, además, a los datos que den cuenta de desempleo encubierto u oculto.
La brecha de empleo entre el 2do trimestre 2008 y el 2do trimestre 2010 se mantienen sin variaciones. Con respecto a la comparación entre 2do trim. 2009 y 2do trim. 2010 se observa un descenso de 3 puntos entre la mano de obra disponible y la generación de fuentes de trabajo plenos.
Retomando los indicadores de la tasa de actividad se puede observar que los últimos trimestres del año están asociados a la temporada de verano donde este último tiende, de forma esperada, a aumentar en función de todos aquellos que se incorporan para realizar trabajos por tiempo determinado en el sector terciario local. En estos trimestres, el indicador de actividad es del 47,9% y 47,0% durante el cuarto trimestre de 2008 y de 2009 respectivamente. De forma llamativa, un indicador de actividad ampliamente mayor se observa en el 2do trimestre de 2009 ascendiendo al 49,1%. Este fenómeno explica, en parte, el ascenso del indicador del desempleo que produce ese desajuste con el que se está realizando la comparación.
En síntesis, la mirada y el análisis de los indicadores del mercado de trabajo deben abrirse hacia el concepto de brecha de empleo considerando la composición compleja del mismo. El subempleo es una variable de ajuste que en Mar del Plata continua siendo una constante.